Sobre el liberalismo y el PP.

Adam Smith
Adam Smith
Adam Smith
CC by surfstyle en Flickr

Esto de las Nuevas Tecnologías es una cosa estupenda. Una de las cosas que a mi me ha permitido es conocer personas que te aportan ideas y conocimientos sin conocerlas en realidad. Podrían decirme que eso también se podía hacer en los periódicos, pero yo me refiero a algo más interactivo. Leer, opinar, obtener respuesta, rebatirlas, obtener nuevas respuestas. Luego te sientas, reflexionas y pares nuevas ideas.

Aparte de estas grandes aportaciones de las NNTT (Nuevas Tecnologías) existen otras de poderosísima influencia en nuestra vida. Es algo tan nuevo que todavía nos cuesta digerir. Se trata del enorme poder que tienen para reordenar el mercado (que no los mercados) y la sociedad en general (desde el punto de vista de la organización de grupos).

Desde el punto de vista de la teoría clásica liberal, esta situación se parece a la del mercado perfecto. Gente que tiene cosas que ofrecer y que decir y gente que tiene cosas que pedir y escuchar. Un mercado perfecto donde la competencia es perfecta porque aparte de los medios, lo importante es las cosas que uno tiene que decir. Luego hay herramientas técnicas que permiten al más pequeño acceder a recursos hace años impensables. Cualquier persona con unos mínimos conocimientos de WordPress puede tener una página que no tiene nada que envidiar a las grandes corporaciones. Además, cualquier limitación provoca reacciones inmediatas en el mercado. Si Google mañana decidiese restringir accesos a páginas de usuarios pequeños, dejaría de ser automáticamente el más usado.

Voy a analizar un par de las más interesantes iniciativas que han surgido al respecto y cómo ha reaccionado el poder ante ellas.

1.- El crowdfunding.

Para mi la más interesante de las nuevas herramientas. Se trata, sencillamente de una cofinanciación de proyectos por parte de personas interesadas en ese proyecto. Empezó (o por lo menos yo lo detecté) con fenómenos de tipo cultural. Había gente que estaba interesada en hacer un corto, o un documental o algo parecido. Entraba en una plataforma de crowdfunding y explicaba su proyecto y solicitaba ayudas económicas para lanzarlo. Desde pequeñas contribuciones de 5 o 10 euros hasta contribuciones de 600 euros o algo más. A cambio, ofrecían algo. Desde que el nombre apareciera en los créditos para las pequeñas contribuciones hasta camisetas o aparecer como productor o similar en créditos y cartelería para las más grandes. Pero por encima de todo, la satisfacción de haber contribuido en un proyecto en el que crees.

Nada más cerca del liberalismo. Nula intervención estatal. Cero subvenciones.

Pero el crowdfunding se acercó a la política. Y dio la oportunidad a pequeños partidos para financiarse más allá de sus afiliados. Era una forma de pedir algo más que el voto a gente que simpatizaba y que pensaba que era una opción política válida. El éxito de Podemos se debe en parte al crowdfunding. Equo y el Partido X también se han financiado así. VOX lo intentó, pero la media de edad de sus simpatizantes dejaron a cero su cuenta. (en realidad lo dejaron a 6 euros y una sola aportación).

En febrero de este año el PP abordó el crowdfunding. No digo que sea ilógico abordarlo. La idea es evitar estafas, aunque el propio sistema llevaba implícito una garantía en la propia entidad o persona peticionaria y en las mínimas cantidades desembolsadas.

Algunas de sus regulaciones podían ser lógicas. Un limite de un millón de euros y una aportación máxima de 3000 euros. Hasta ahí, bien. Si alguien quiere donar más, es porque tiene capacidad para hacerlo por otra vía también regulada. No es el crowdfunding el camino para esas aportaciones.

Pero existen otras limitaciones, esta vez burocráticas, para limitar el crowdfunding y que llaman la atención poderosamente. Desde que las plataformas tengan que estar registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España, pudiéndose denegar la inscripción hasta que el promotor del proyecto tenga que tener su domicilio fiscal en España, aunque creo que este es un intento vano de poner puertas al campo. ¿Cómo impedir que yo participe en un proyecto de crowdfunding en una plataforma norteamericana, por ejemplo? El problema vendrá cuando esa legislación obligue a partidos políticos o particulares españoles a acudir a plataformas españolas con sus limitaciones.

Otra limitación que tiene la ley es que cualquier español que done a través de una plataforma de crowdfunding tiene un límite global de 6.000 euros año. Es una limitación que no afectará a la mayoría de españoles. Pero podría darse el caso de personas con alto poder adquisitivo y ganas de compartir parte de ese poder. Cierto. No estamos hablando de grandes sumas limitadas. Pero es una limitación, en definitiva.

Y al final. ¿Por qué un partido que se declara liberal, pone limitaciones? ¿Por qué en un pequeño mercado auto regulado bastante fiable, se ponen límites? Y a la vez ¿Por qué se propugnan mercados desregulados allá donde más es posible jugar sin transparencia?

2.- Car Sharing

Es esta una nueva forma de economía compartida que consiste en compartir el vehículo propio cuando se va a hacer un viaje haciendo que los otros ocupantes del vehículo paguen su parte de gasolina. En realidad no es una competencia a los taxis puesto que son utilizados normalmente para grandes trayectos. Sí que es una competencia para, por ejemplo, los autobuses.

Vería lógico que el gobierno pusiera unas ciertas reglas en torno a la seguridad. Por ejemplo, que obligase a las compañías que promueven el car sharing a comprobar los puntos de carnet que tiene el conductor del vehículo. Es técnicamente posible. No es dificil comprobar, a través de la DGT los puntos de un conductor de forma automatizada. No vería mal que pusiera límites en cuanto a la edad del vehículo o las ITVs pasadas. Todo eso no sería malo.

Otro tipo de regulaciones de tipo administrativo (licencias, etc.) sería, desde mi punto de vista, excesivo. No es la filosofía de este sistema de transporte. En realidad es una forma de autostop virtual, aunque pagando una cantidad que nunca debería, eso sí, suponer un lucro para el conductor que comparte.

También es cierto que si el sistema sale adelante, tarde o temprano se producirá algún accidente. Espero ver entonces la coherencia de la gente, en el sentido de que si hoy apoyan el sistema, mañana no se lancen contra el gobierno de turno por mantener desregulado el sistema.

Una puntualización. Hablo de los sistemas de car sharing puro, entre ciudades o incluso en trayectos habituales, y por tanto sin ánimo de lucro, no a los falsos sistemas de car sharing que son taxis encubiertos y piratas.

3.- Los agregadores de links

Este es de nota. Y encima con consecuencias que nos ridiculizan en el mundo. Mucho mejor expllicado en este artículo: Google News se va de España

Ojo, entiendo perfectamente que aquellos agregadores de links que dirigen a páginas piratas para descargar software ilegal han de ser restringidos o eliminados. Pero el afan recaudatorio-limitador del gobierno es tan grande, que la Ley también afecta a los agregadores de links que remiten al artículo original, cuando se trata de prensa digital.

Y es que no deja de haber algo de Ley mordaza en todo ello. Algo de limitar el acceso a la información.

4.- La moral.

Poco, o nada debería regular un gobierno autodenominado liberal en la moral de sus ciudadanos. Sin embargo un gobierno declaradamente «católico» se ve en la obligación de decir a sus ciudadanos qué es moral y qué no lo es. Y lo malo es que hace trascender esto al terreno ético y de ahí, sólo es un paso para convertirlo en ley.

Aborto, eutanasia, células madre, matrimonios homosexuales, religión en las escuelas (adoctrinamiento), etc., trascienden sobre la ciencia, sobre la lógica o sobre la ética y se impone a la ciudadanía, sencillamente porque se amolda mejor a sus ideales religiosos y sus esquemas morales.

Esto lo podemos también ver en internet. Distintos aspectos de leyes no-internet influyen en internet. Aspectos, por ejemplo de la llamada Ley Mordaza en combinación con el Código Penal u otras leyes punitivas, que impide no solamente realizar burla y escarnio de la Religión, sino, además, poner en duda sus dogmas. Y esa es una línea muy fina que a veces es difícil discernir.

¿Defender a la Religión de críticas? ¿Es que no tiene argumentos para defenderse solita? ¿Es un exceso decir, por ejemplo, que  Noé nunca existió porque el DIluvio Universal es un cuento chino? ¿Acabo de traspasar la línea roja?

Pues evidentemente, si la ley está ahí, tan solo hará falta interpretarla de forma más estricta para que ese párrafo, en vez de crítica, se convierta en un posible delito o falta.

En definitiva. El PP puede presumir de muchísimas cosas. Pero una de la que no puede presumir es de ser liberal. Ni de lejos. Ni por asomo.

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